Con un entusiasmo desbordado, el gobernador de Sonora Alfonso Durazo Montaño habló de los minerales asociados a la construcción de autos eléctricos. Al grafito, al cobre y en especial al litio los colocó como las llaves que cambiarían el destino económico del estado de Sonora y de todo México. Los yacimientos de litio, dijo, “habrán de ser un pilar para el desarrollo nacional y para el bienestar de las comunidades y territorios”.
El 18 de febrero de 2023, Durazo Montaño lanzó esas afirmaciones frente al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, secretarios de Estado y pobladores de Bacadéhuachi, una pequeña localidad de poco más de mil habitantes ubicada a unas tres horas de la frontera con Arizona. Durante su discurso de poco más de 12 minutos, el funcionario dijo que en la “alta sierra de Sonora, en el corazón profundo” del norte de México, se encontraba un yacimiento de litio tan grande que, incluso, podía mirarse. Aseguró tener información de que “la lengua de litio” —como la llamó— abarcaba siete kilómetros de largo, dos y medio de ancho y 400 metros de profundidad. “Me voy a atrever a mencionar que esa lengua baja de Bacadéhuachi a Sahuaripa, porque se ve”, dijo. Esa “veta”, insistió, era visible.
El discurso del gobernador sonorense se escuchó el mismo día en que el gobierno federal publicó el decreto para crear la Zona de Reserva Minera de Litio Li-MX, en poco más de 234,855 hectáreas distribuidas en siete municipios de Sonora. Diez meses antes, en abril de 2022, el Estado mexicano había reformado la Ley Minera y declarado en el Artículo 5 Bis la utilidad pública al litio, por lo que cualquier actividad relacionada con la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del mineral “se reserva en favor del pueblo de México”. Además estipuló que “las cadenas de valor económico del litio se administrarán y controlarán por el Estado”.
Durazo Montaño no fue el único que aseguró que el territorio mexicano era rico en litio.
Desde 2009, el empresario minero Martín Sutti difundió que el país tenía un “enorme yacimiento”, pero no lo ubicó en Sonora. Afirmaba que se hallaba en la zona limítrofe entre Zacatecas y San Luis Potosí, justo en la región donde él tenía a su nombre varias concesiones mineras.
Algunos años después, y sobre todo a partir de 2019, empresas, revistas especializadas en minería y funcionarios mexicanos empezaron a repetir la versión que colocaba al país en un lugar destacado en el mapa del litio, un mineral considerado estratégico para la transición energética. Y el litio lo es, porque de él dependen las baterías que impulsan los vehículos eléctricos, esenciales para alejarnos de los combustibles fósiles que hoy todavía mueven gran parte del transporte mundial. También está en el centro de los sistemas de almacenamiento de electricidad que hacen posible aprovechar a gran escala la energía producida por fuentes renovables como el sol o el viento. Esos dos, el transporte y la generación de energía eléctrica, son los sectores que más emisiones de gases de efecto invernadero producen en el planeta.
Por ser estratégico, el gobierno de López Obrador decidió declarar que su exploración, explotación y aprovechamiento se “reserva en favor del pueblo de México”. Incluso, la acción se comparó con la nacionalización del petróleo que Lázaro Cárdenas realizó en 1938 y que llevó a la expropiación de los bienes de compañías petroleras extranjeras. A diferencia de ese entonces, con el litio no se realizó ninguna expropiación.
Graciela Márquez fue una de las pocas voces que, desde el gobierno, llamó a la cautela sobre los supuestos grandes yacimientos de litio en México. En octubre de 2020, la entonces secretaria de Economía mencionó algo clave: en México el litio se encuentra en arcillas. Además, la funcionaria advirtió que los depósitos identificados tenían “un contenido muy bajo” del mineral.
Lo que Márquez dijo no era menor.
En Bolivia, Argentina y Chile, el litio se encuentra en la salmuera de los salares en lo alto de los Andes. En Australia, está en rocas conocidas como pegmatitas. Para esos dos tipos de yacimientos, ya hay procesos rentables que permiten extraer litio. Países como Estados Unidos y Serbia también poseen el mineral, pero como México, lo tienen sobre todo en arcillas. Y hasta septiembre de 2025, en ningún lugar del mundo se producía en forma comercial litio proveniente de ese tipo de depósitos.
El doctor Luca Ferrari, investigador del Centro de Geociencias de la UNAM, explica en entrevista con Quinto Elemento Lab que las arcillas son minerales con una composición compleja, muy variable, “sacar el litio de ahí es mucho más complicado”. El gran desafío, dice, es contar con un procedimiento tecnológico eficaz que permita separar el litio de las arcillas y, sobre todo, que sea económicamente viable.
En el caso de México hay otro obstáculo. A diferencia de lo que se afirmaba durante el gobierno de López Obrador, hoy no se tiene certeza sobre cuánto litio existe en el territorio mexicano. Tampoco se sabe cómo o con qué recursos el Estado producirá ese mineral. En medio de esa incertidumbre, el país lidia con demandas internacionales presentadas por empresas que reclaman la cancelación de sus concesiones mineras.
Además, aún están vigentes al menos 35 títulos mineros en lugares donde se sabe que hay litio en arcillas, territorios que pertenecen a por lo menos 20 ejidos. Una de las empresas canadienses que tienen esas concesiones ahora asegura que, si no puede producir litio por los cambios a la ley, ahora buscará extraer el potasio que también se encuentra allí.
Esas son algunas de las complejidades y los conflictos que enfrenta México en su incierto camino para aprovechar el litio, y que documenta esta investigación periodística de Quinto Elemento Lab, realizada como parte del proyecto Litio en conflicto liderado por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y en alianza con diez medios de la región, para entender algunos de los conflictos que rodean a la industria del litio en América Latina.n
Entrar al mapa del litio
Cuando en 2009, el empresario minero Martín Sutti propagó a los cuatro vientos que había un enorme yacimiento de litio en México, el país no figuraba en las listas de naciones con reservas de este mineral. Fue hasta septiembre de 2012 que la empresa Bacanora Minerals Ltd —entonces de capital canadiense; después cambió su domicilio al Reino Unido y su nombre a Bacanora Lithium Plc— publicó en su página de internet un reporte técnico en donde se hablaba, de nuevo, del litio en México. Dos años antes, la compañía había adquirido concesiones mineras ubicadas en Sonora, a través de una subsidiaria mexicana llamada Minera Sonora Borax, como lo informó en la página 4 de su reporte.
Los autores del reporte concluyeron que en Sonora existía “un recurso significativo de litio”, pero también advertían que la estimación de recursos no implicaba “la existencia de un yacimiento de litio rentable… Será necesario realizar más pruebas para confirmar su viabilidad económica”.
Fue hasta 2016 cuando en su reporte anual, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) aseguró que el país contaba con recursos potenciales por 180,000 toneladas de litio. En ese mismo documento, se estimaba que Argentina, Chile y Bolivia tenían cada uno entre 6.5 y 9 millones de toneladas. En minería “recurso” se refiere a la posible cantidad de mineral que existe, pero sin que haya certeza de que tecnológicamente sea viable explotar.
En enero de 2018, Bacanora Minerals Ltd publicó un nuevo reporte técnico sobre la factibilidad del proyecto de litio en Sonora. Al año siguiente, en el reporte de la USGS, México dio un salto espectacular en la estimación del litio en su territorio. A partir de 2019, se afirma que el país tiene recursos de litio equivalentes a 1.7 millones de toneladas. Eso lo pondría en el noveno puesto en el ranking global. Sin embargo, advertía que “las fuentes de arcilla de litio se encontraban en diversas etapas de desarrollo o exploración”.
El doctor Luca Ferrari explica que esa cifra se calculó considerando la cantidad de roca del yacimiento, con una concentración de 1,500 partes por millón (ppm). El investigador es enfático en que no había evidencias suficientes para afirmar que en México se tenía un enorme yacimiento de litio. En especial, porque los depósitos identificados en Sonora y en otras partes del país tienen concentraciones de litio demasiado heterogéneas. En Bacadéhuachi, por ejemplo, se calcularon concentraciones promedio de 3,400 ppm de litio; pero la variación media de una capa de arcilla a otra va desde menos de 100 a más de 10,000 ppm. Para que sea más claro, es como si el litio fuera sal mezclada, en diferentes concentraciones, en toneladas de arcilla.
No existe una veta continua como lo afirmaba Durazo Montaño.
Aun así, en agosto de 2019, revistas del sector minero, como Mining Technology aseguraban que en Sonora estaba el “yacimiento de litio más grande del mundo”.
Esas afirmaciones desataron aún más la especulación alrededor de las concesiones mineras ubicadas en lugares donde se sabía que había posibilidades de tener depósitos de litio. Entre 2019 y 2022, empresas mineras de capital extranjero dedicadas a la exploración y conocidas como “juniors” —sobre todo de Canadá— comenzaron a adquirir títulos mineros en México y a publicitar aún más sus proyectos para buscar inversionistas y compradores. En ese periodo, el precio del litio se elevó hasta llegar a su máximo a finales de 2022.