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Exigen no acosar a los López Beltrán, pero acosan a Loret y a Ciro

“Tomé la pluma, Fabio, al gallicinio, pasada la intempesta nocturnancia, y no para buscar pueblos en Francia que no tengo historiógrafo desinio. Y haciendo de las cosas escrutinio deste mundo visible mi ignorancia, en todo hallé disgusto y repugnancia con tanto descompuesto latrocinio. Intenté comenzar por desengaños, del mar de nuestra vida breve espuma, que a tantos necios consumió los años; pero al mirar la inumerable suma de inveciones, de máquinas, de engaños, dejé los libros y arrojé la pluma.”

LOPE DE VEGA

En las mañaneras, al menos una vez por semana, escuchamos: “¿de qué vive Loret de Mola?, ¿cuánto vale su departamento?, ¿cuántas casas tiene?, ¿no sería el atentado a Ciro Gómez Leyva no contra él sino contra la 4t?”, obviamente refiriéndose en todo momento a los dos periodistas. Vaya que, a estas alturas, a casi cualquier cuestionamiento que se le hace al primer mandatario, este responde con un “¿y Loret?”. Y a Ciro no lo deja en paz ni siquiera porque estuvo en riesgo de muerte.

Sin embargo, ante las preguntas ¿de qué vive López Beltrán (cualquiera de ellos)?, ¿cuántas casas tiene?, ¿de dónde sale su dinero?, ¿qué negocios ha hecho?, ¿quiénes son sus socios?, eso ya no le gusta al Ejecutivo federal.

Le he dicho muchas veces, pero en este caso vale subrayarlo porque se plasma a la perfección: si algo caracteriza al presidente AMLO y a la 4t en general es el doble rasero. Acosar, cuestionar, exhibir, vituperar, difamar a periodistas, a opositores, a organismos de la sociedad civil, a Felipe Calderón y a un muy largo etcétera se hace sin miramiento alguno —en ocasiones incluso de manera ilegal—, y la autoridad (junto con los simpatizantes cuatroteístas) espera que estas personas, los que han sido cuestionados, cualquiera de ellos, se tengan que “aguantar”. Pero que no se le dé el mismo trato a la familia presidencial o a alguien ligado al régimen, porque para este gobierno eso es blasfemia.

Hablar pestes de los hijos e hijastros de Peña Nieto (menores de edad en ese momento), de Fox y de Martha Sahagún se le permitía a la oposición; hoy, que se señale a los hijos mayores de edad de López Obrador, es herejía.

Hablar de un conflicto de interés de la esposa de Peña Nieto por la Casa Blanca y los nexos con un contratista de gobierno se plasmaba en aquel entonces como algo que rayaba incluso en “justicia social”. Preguntar sobre la relación que tiene un López Beltrán con la dueña de la casa que habita es tabú.

Pero hay algo más: se espera que el obradorismo no pague las consecuencias. Veamos algunos casos:

-Cuando se dicen mentiras, medias verdades y otros datos (hecho probado, comprobado y re comprobado). Lo que es más, que desaparezca el INAI es la consigna para que sea casi imposible rebatir lo dicho por el gobierno.

-Acumular estafas —una de ellas mayor que la denominada “estafa maestra” del sexenio pasado— y que el titular de la dependencia en cuestión pase a ocupar otro puesto en la administración federal.

-Hurtar más de 400 millones de pesos, como hizo el ahora desaparecido INSABI.

-Continuar como titular del INM a pesar de cargar a las espaldas con la muerte de 40 migrantes y sendas investigaciones abiertas.

Si López Obrador miente o da una información errónea nunca pide una disculpa; si un medio comete un error, una indiscreción, una injusticia debe pedir perdón (casi de manera eterna), retractarse, resarcir el daño, o de lo contrario será señalado por el dedo flamígero de Palacio Nacional. ¿Dónde queda el ‘o todos coludos o todos rabones’?

El titular del Ejecutivo federal cuestiona a Carlos Loret de Mola, a Ciro Gómez Leyva y a otros periodistas en las conferencias de prensa. Exhibe de forman ilegal sus finanzas, los ataca injustamente, los exhibe. Lo que AMLO realiza en contra de los comunicadores es acoso puro y duro. El mismo acoso que hoy sufre la familia López Beltrán… salvo por una diferencia fundamental: a Loret de Mola y a Gómez Leyva no les pueden acusar ni de nepotismo ni de corrupción, a López Obrador y a toda su familia, sí.

No es delito que un civil o cualquier otro hijo de vecino tenga, arriende o pida prestadas una o más viviendas para habitarlas. Tampoco que viaje en primera clase en un avión. Menos aún el que sea empleado de unos pillos o que sus jefes sean personas indecentes (o cosas peores). Sin embargo, cuando se trata de la familia de un funcionario público —no importa el nivel— sí se puede cuestionar todo lo anterior y se espera que el resultado que arrojen las indagatorias no sea el que esté ligado a actos de nepotismo, corrupción o tráfico de influencias.

Así, a quién se le tiene que EXIGIR abandone los cuestionamientos y particularmente su doble moral es a López Obrador. Debe de hacerlo. ¿Si no, de qué otra manera podría argumentar que, así como él es el primero que exige —sin razón y sin que le asista el derecho— la presentación pública de los estados financieros y pago de impuestos de personajes como Loret de Mola, no se pida se hagan públicos los estados financieros de los López Beltrán, así como sus declaraciones fiscales ante el SAT? En otras palabras, es menester que simple y sencillamente Andrés Manuel se pare ante un espejo en sus mañaneras.

Ya basta de acoso; hacia la familia del presidente y, antes que eso, el que han sufrido muchos periodistas, empezando por Carlos Loret y Ciro Gómez, durante estos últimos años. Acoso que en su momento, supongo, sufrió AMLO (si bien desafortunadamente ni siquiera eso le llevó a transparentar sus finanzas personales; ni antes ni ahora).

Me pregunto: ¿con qué cara exigirle a un periodista explicar de qué vive y cuánto gana, si el hoy presidente no explicó eso mismo durante 20 años? ¿Cómo decirse indignado por el trato conferido a miembros de la familia de AMLO por porte de algunos actores críticos a la 4t, cuando esas mismas prácticas se alientan todos los días contra los gobernados de México desde el Salón Tesorería?

Por último —pero no por ello menos importante—: hay una incongruencia entre la vida austera que pregona López Obrador y la que llevan sus hijos. Es eso, una incongruencia; en ningún momento digo que sea un delito. Mas esta es tan obvia, que lo raro sería que sociedad y opositores NO la cuestionaran.

¿De qué vive Loret de Mola?, ¿De qué vive López Beltrán? Que pena por la 4t, pero es justo decir que el paso del tiempo ha quedado más y más claro de qué vive el primero, mientras que la respuesta a lo segundo, dadas las crecientes y notorias mentiras y corruptelas de este régimen, es cada vez más nebulosa.

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